Antonio Buero Vallejo

Index

Antonio Buero Vallejo

El prestigioso dramaturgo español, Antonio Buero Vallejo, nacido en 1916 en Valencia, España, es considerado uno de los máximos exponentes del teatro español del siglo XX. Con una trayectoria literaria que abarca más de medio siglo, Buero Vallejo se ha destacado por su original estilo narrativo, que combina la introspección psicológica con la crítica social, logrando crear obras que reflejan la realidad española de la posguerra. Su obra más emblemática, En la ardiente oscuridad, estrenada en 1950, es considerada una de las obras maestras del teatro español, y ha sido reconocida con numerosos premios y distinciones. A lo largo de su carrera, Buero Vallejo ha recibido múltiples reconocimientos y honores, entre ellos el Premio Nacional de Teatro y el Premio Cervantes, máximo galardón literario en lengua española.

Un homenaje a Antonio Buero Vallejo, maestro de la literatura española

Quiero dedicar esta última entrega de Memoria de la Democracia a quien fue para mí un maestro no solo por su obra literaria, sino por su ejemplo ético y su lección personal de generosidad y reconciliación.

Solo llegué a tratarlo con cierta asiduidad al final de su vida. Fue a raíz de la biografía suya que escribí, donde recurrí más que a los documentos, a su propia memoria y a los recuerdos que él mismo guardaba como hitos esenciales de su peripecia vital.

La influencia de Buero Vallejo en mi vida

La influencia de Buero Vallejo en mi vida

No me atrevo a decir que tuvimos amistad, pero sí gran cordialidad y afecto por su parte hacia el joven periodista que quería ser escritor y una enorme admiración por la mía. Seguimos tratándonos hasta su muerte, mantuve después el contacto con su viuda y lo mantengo aún con su hijo, Carlos.

Pero desde mucho antes fue alguien que influyó muy decisivamente en mí. Un artículo, por más ingenuo, sobre él en la revista del Instituto de Guadalajara donde había estudiado él y estudiaba yo, me costó la primera censura y prohibición cuando apenas alcanzaba los 15 años.

La lección reconciliadora

Fue aquel episodio donde me dio la primera lección reconciliadora. El censor era un «ilustre» del Régimen en la capital alcarreña. A Buero, nacido en ella, se le llevaba años reconociendo su genio y talento dramático, pero se le tenía en cuarentena y enfilado.

Tras el advenimiento democrático fue cuando se pusieron a hacerle homenajes y agasajos y fue aquel censor el que, baboseando, le hizo entrega del galardón. Se lo comenté en nuestras conversaciones para el libro y me dijo: «lo sé y lo conozco bien. Si quiere mencionarlo, hágalo, pero yo le sugiero no hacerlo ¿Para qué? Hay que dejar de lado el rencor».

La vida de Antonio Buero Vallejo

Había nacido hijo de una alcarreña de Taracena y de un comandante del Ejército, de la entonces relevante Academia de Ingenieros de Guadalajara. Un hombre culto, liberal y gran aficionado a la lectura y el teatro bajo cuyo influjo creció el joven Buero.

Aunque Antonio llegó a ganar un premio literario a los 16 años para el alumnado de enseñanzas medias con El único hombre, lo que le gustaba más era el dibujo y la pintura, para los que estaba excepcionalmente dotado como demuestran las pocas obras que se conservan de él.

En el instituto Brianda de Mendoza de Guadalajara había conocido a quien sería por siempre su gran amigo, Miguel Alonso Calvo, un chico de Humanes que luego firmaría sus poemas con el nombre de Ramón de Garcíasol.

La guerra y la prisión

Cuando se produjo el alzamiento contra la República, Buero Vallejo, afiliado ya a las Juventudes Comunistas, se apresuró a alistarse. Su padre, Francisco, había ascendido a teniente coronel y, mientras su hijo se encontraba en el Jarama, fue detenido y encarcelado.

Él tardó en enterarse y, cuando lo hizo, poco pudo hacer. Francisco Buero fue fusilado en Paracuellos, junto a miles más. Este hecho ha sido siempre el gran desconocido de la biografía del dramaturgo y, cuando él mismo con su voz grave y pausada, me lo contó, fue una gran sorpresa para mí.

El premio y la libertad

Finalmente se salvó del pelotón. La pena de muerte le fue conmutada por cadena perpetua y comenzó su peregrinaje por diferentes cárceles. En los frentes había conocido a Miguel Hernández, por quien siempre tuvo el máximo afecto y devoción.

Don Antonio, siempre lo trate así y él a mí de usted, había seguido dibujando por las cárceles, pero cada vez lo hacía menos y escribía más. De hecho, cuando en 1946 fue puesto en libertad, ya tenía escritas dos obras: Historia de una escalera y En la ardiente oscuridad.

El éxito y la censura

Empujado por su amigo Ramón de Garcíasol, las presentó al premio nacional de teatro, el Lope de Vega. Ante su atónita sorpresa, se declaró ganadora a la primera y finalista a la segunda.

Hubo más. Para no forzar demasiado la mano, pues el premio llevaba consigo el estreno de la obra en el Teatro Español, los Luca de Tena urdieron el que se representara tan solo un par de semanas antes del 1 de noviembre, cuando era preceptiva costumbre poner en escena el Tenorio.

La vida después de la prisión

Aquello cambió su vida. Y aunque mirado de reojo, se convirtió en la máxima referencia de nuestro teatro y, al cabo, de nuestra literatura. El teatro era entonces un género en verdad mayor.

Siguieron otras obras suyas con gran éxito, como El concierto de San Ovidio y Un soñador para un pueblo, que, al igual que las dos primeras, fue llevada al cine como también Madrugada.

El legado de Antonio Buero Vallejo

A pesar de su aparente seriedad, no fue para nada pacato en sus relaciones y tuvo fama de ser todo un seductor. Al fin la bellísima Victoria Rodríguez Clavijo logró, cuando él ya tenía 42 años, llevarlo al altar y con ella continuaría ya siempre hasta su muerte en abril del año 2000.

Fruto del matrimonio fueron sus hijos Enrique y Carlos. Para terminar esta semblanza y volver al legado que dejo en mí, refresco una de las conversaciones en que se tocó el tema de los comportamientos de algunos próceres y escritores también alineados con la dictadura con respecto a él, que siempre mantuvo la lealtad a sus principios y a sus ideas, ya que no quiso irse al exilio y permaneció en España para contribuir con sus obras a despertar la conciencia y el afán de libertad.

Me hablaba de algunos movimientos entre los intelectuales que, en tramo final del franquismo, se llevaron a cabo, siendo traicionados y delatados por un reconocidísimo escritor. Introduje aquello en la biografía, pero cuando le pasé el borrador, me señaló tan solo algunas cuestiones ortográficas que agradecí sobremanera.

Siempre he sido muy desdeñoso con las tildes, por lo que me pidió, si lo estimaba oportuno, no señalarlo con el mismo razonamiento y mirada de esperanza y de futuro que me había hecho la primera vez. «Este es un tiempo nuevo y solo se llegará a él a través de la reconciliación. Esas cosas hay que dejarlas en el pasado, donde se deben para siempre quedar».

Eso me lo dijo el hombre al que habían fusilado a su padre y que había estado a un tris de ser fusilado. No lo he olvidado nunca ni espero olvidarlo jamás. Aunque en estos tiempos haya quienes hayan abierto de nuevo las espitas del odio y del rencor y pretendan meternos a todos en su espiral.

Rubén Flores

Hola, soy Rubén, autor en El Informacional, un periódico independiente de actualidad nacional en Español. Me apasiona investigar y compartir noticias relevantes con nuestra audiencia. Mi objetivo es ofrecer información veraz y de calidad para mantener a nuestros lectores informados sobre los acontecimientos más importantes de nuestro país. ¡Gracias por confiar en El Informacional para mantenerte al día!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir