El miedo a la muerte es en realidad el miedo a la vida
Según Enric Benito, oncólogo clínico con 20 años de experiencia, la razón por la que nos cuesta tanto aceptar la muerte es porque no nos atrevemos a vivir plenamente. No somos conscientes de que realmente ese miedo a la muerte que tenemos es el miedo a la vida, afirma.
Benito, que actualmente es miembro de honor de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal), ha escrito el libro El niño que se enfadó con la muerte (HarperCollins), en el que comparte su sabiduría para vivir en plenitud el proceso final de la vida y acompañar de manera consciente a aquellos que están atravesando por este proceso.
La belleza de la muerte
Para Benito, la muerte es un proceso natural y hermoso. El nacimiento y la muerte son dos procesos que están bellamente organizados. Nace alguien y emerge, y cuando se acaba el tiempo para estar, esa persona se muere y se sumerge. En realidad, no muere nada, sino que la persona desencarna y deja ese cuerpo, explica.
El sentido de la vida
Benito asegura que todas las tradiciones de sabiduría y filosofías hablan sobre el sentido de la vida, y nuestro trabajo en este mundo es ser feliz. Si tienes miedo a la muerte es que todavía no has encontrado la respuesta de quién eres y de lo que haces aquí, y esto es lo que le pasa al 95 por ciento de ciudadanos, subraya.
Desmontar el miedo a la muerte
Benito ha escrito su libro para desmontar el miedo a la muerte con historias reales de pacientes, mostrando el camino desde el no quiero morir inicial hasta la aceptación y trascendencia. Todo el mundo lucha contra la muerte. Y nuestra sociedad trata a la muerte como una enfermedad, lo cual es una estupidez propia de una civilización superficial e inmadura, remarca.
La importancia del acompañamiento
Benito lamenta que el conocimiento académico sobre el proceso final de la vida y cómo acompañarlo es insuficiente en la Facultad de Medicina. Mentalmente puedes conocer las dosis de morfina que debes aportar a tu paciente, pero esto no se cura con medicamentos. Lo más difícil es hacer un viaje de la cabeza al corazón para comprender que solo tu presencia ecuánime y serena y bien fundamentada sirve para acompañar, subraya.
No engañar a los enfermos
Benito sostiene que nadie muere sin saber que se está muriendo, igual que una mujer embarazada es imposible que no sepa que está a punto de dar a luz. Y cree que es fruto de la ignorancia el que haya familias que decidan ocultar al enfermo que se está muriendo. Es absurdo evitarlo, apunta.
En lugar de ocultar la verdad, Benito recomienda hablar abiertamente con el enfermo y preguntarle qué necesita. Si te dice el enfermo, 'creo que me estoy muriendo', no le digas 'no digas estas cosas', sino 'qué necesitas'; no le tapes la boca porque lo único que haces con esto es demostrar tu incapacidad de estar con alguien que pide ayuda y que está sufriendo, advierte.
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