El arte de la corrida brilla en un día nublado: Los toreadores dejan atónitos al público en una emocionante tarde de toros

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El arte de la corrida brilla en un día nublado: Los toreadores dejan atónitos al público en una emocionante tarde de toros

En un día que parecía destinado a la lluvia y la tristeza, el arte de la corrida se impuso como el verdadero héroe de la jornada. La emoción y la adrenalina se respiraban en el aire mientras los toreadores más destacados del momento se enfrentaban a los feroces toros en una tarde de auténtico espectáculo. El público asistió a una verdadera exhibición de valentía y habilidad, que dejó a todos con la boca abierta y el corazón en un puño. A continuación, te contamos cómo se desarrolló esta inolvidable jornada taurina, que será recordada durante mucho tiempo.

Toro y torero: un duelo emocionante en el Coliseum

El cuarto toro de la corrida de Valdellán prendió a Curro Díaz al entrar a matar, y el Coliseum contuvo la respiración. El pitón de Navarro fue primero al pecho del matador de Linares, que se tiró a matar o morir. El encontronazo fue de una brutalidad estremecedora, partiéndolo al diestro por la mitad. Cayó a plomo Curro Díaz en el albero y el toro siguió buscándole, con saña.

Fue ahí donde el de Valdellán clavó el pitón en el muslo, pero pudo hacerlo en la zona lumbar e incluso en el cuello, pues por allí llegaron a rondar las astas. Al leer el parte médico del doctor Aguado, que intervino al torero en la enfermería de la plaza, se constató el milagro. Dentro de la gravedad, Curro se había salvado pese a la crudeza de la voltereta.

Curro Díaz sobrevive a un milagro y Morenito de Aranda se alza con dos orejas

Curro Díaz sobrevive a un milagro y Morenito de Aranda se alza con dos orejas

No fue el único susto que se llevó el de Linares. En el primero, al que le sobraba clase y calidad, pero no le acompañaba la fuerza, recibió otros dos revolcones sin mayores consecuencias, aunque la taleguilla quedó destrozada. En vaqueros lidió al cuarto, el de la cogida, ante el que cuajó un trasteo solvente y de recursos, saliéndose incluso de su línea de empaque y elegancia para que el toro rompiese hacia adelante y para que el público entrase en la faena.

Logró el jienense imponerse a la falta de clase de su oponente gracias a su firmeza y a la madurez que le dan sus años de alternativa. Tenía la oreja en el esportón, quizá dos si la espada entraba arriba. Y por eso se tiró con todo. La moneda, eso sí, salió cruz. Mientras el torero era llevado a la enfermería, brotaron los pañuelos. Merecida oreja.

La pasión y la valentía brillan en un día de toros inolvidable

Fue ante el quinto, el mejor de la corrida. Mejor como eufemismo de menos malo. El tuerto en el país de los ciegos. Tuvo emoción el animal en la muleta por lo áspero de su comportamiento. Respondía solo cuando le hacías las cosas bien y con firmeza. Con firmeza, pero no con violencia, ya que ahí protestaba.

Se encontró el de Valdellán con un torero que atraviesa su mejor momento profesional, Morenito de Aranda. Con casi 20 años de alternativa a sus espaldas, entendió a la perfección lo que requería el animal en tiempos, toques, distancias, alturas y terrenos. Había que acertar en todo, sin opción al más mínimo fallo, para que el astado respondiera. Y el burgalés lo hizo, aunque por momentos sus ansias de triunfo atropellaron a su firmeza y el trasteo perdió profundidad.

Ya en la primera tanda, el arandino dejó un derechazo templado y hondo para el recuerdo, antes de rematar con gusto la serie. Fue también sobre la mano derecha cuando llegaron los mejores muletazos de la tanda. Cruzado y con la muleta planchada citó Morenito al toro, con ese punto justo de firmeza y delicadeza que el animal exigía. Y la plaza rugió con su torero que llevó los derechazos hasta más allá de la cadera para, sin prisa pero sin pausa, girar sobre los talones y ligar el siguiente.

La muleta siempre en la cara para evitar que el toro se rajase o, peor aún, que le lanzase un derrote como ya había hecho de primeras en la muleta. Con la franela en la izquierda volvió a colocarse el de Aranda donde los toros embisten, pero los pies queman. Con aplomo. Y con ese valor seco que tanto cuesta cantar a los que torean con pellizco.

No permitía ligar el toro los muletazos por el izquierdo y la faena, con naturales de uno en uno, bajó en intensidad. Pero Morenito volvió a la mano derecha y de nuevo la plaza entró en ebullición. Para esculpir los remates.

Llegó entonces el momento de la suerte suprema y El Coliseum volvió a contener la respiración esperando contemplar el triunfo de su torero. Pero otra vez la espada, el talón de Aquiles de Morenito, pareció cerrarle la Puerta Grande. Estuvo listo el de Aranda que no entró rápidamente a matar por segunda vez, sino que cuajó otra gran tanda de derechazos antes de montar la espada que, esta vez, sí llevaba muerte en su filo. Dos orejas.

Patricia Cruz

Soy Patricia, una periodista apasionada por la actualidad nacional que trabaja en la página web El Informacional, un periódico independiente en Español. Mi misión es informar a nuestros lectores de manera objetiva y veraz sobre los acontecimientos más relevantes de nuestro país. Con un enfoque crítico y comprometido, me esfuerzo por ofrecer un análisis profundo y riguroso de los temas que impactan a nuestra sociedad. Mi objetivo es contribuir a la formación de una ciudadanía informada y crítica a través de mi trabajo en este medio digital de gran prestigio.

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