La anestesia de Pellegrino podría reescribirse como La sedación de Pellegrino.

La reciente noticia titulada La anestesia de Pellegrino podría reescribirse como La sedación de Pellegrino ha generado un gran debate en la comunidad médica. La propuesta de cambiar el término de anestesia por sedación en el caso del reconocido Dr. Pellegrino ha despertado la curiosidad y la reflexión entre profesionales y pacientes por igual. Este cambio lingüístico podría tener implicaciones significativas en la percepción y comprensión de los procedimientos médicos, así como en la forma en que se aborda el manejo del dolor y la conciencia durante intervenciones quirúrgicas. La sutileza de las diferencias entre ambos conceptos y el impacto que podría tener en la práctica clínica hacen de esta noticia un tema de interés relevante en el ámbito de la medicina moderna.

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El desencanto de la afición: La anestesia de Pellegrino no surte efecto

No se puede decir que la llegada de Mauricio Pellegrino significase la activación de todos los jugadores, algo hasta cierto punto normal y habitual cada vez que se da una circunstancia como la que trajo al entrenador argentino al banquillo de Carranza, es decir, la destitución de un compañero anterior. Si se compara la penúltima vez que en Carranza hubo un cambio de técnico (Sergio por Cervera) con la última la distancia entre el rendimiento de uno y otro equipos es sideral. Por no hablar de cómo favoreció a la competitividad del grupo los nuevos aires que trajo Sergio, que nada más llegar al club lo primero que hizo fue sacar del ostracismo a jugadores que fueron determinantes para esa primera reacción importantísima antes de que los fichajes de invierno se pusieran las pilas. Así, hombres como Negredo, Víctor Chust o Iván Alejo, ignorados por Cervera, salieron a la palestra para mantener al equipo con una vida que terminó de dárselas los Alcaraz, San Emeterio, Idrissi, Lucas Pérez y compañía. Eso en cuanto a nombres propios porque si se habla en general, el equipo pasó de la noche a la mañana de escupir el balón a tratar de dominarlo, de controlarlo, de discutirlo al menos. Y eso no solo cambió la moral del equipo, sino también el rendimiento y algo no baladí, enchufó a la grada, que de golpe y porrazo volvía ilusionada a Carranza tras unos aburridos y letales últimos coletazos de Cervera, ya muy desligado del vestuario.

El naufragio del Cádiz: Pellegrino no logra despertar a los jugadores

El naufragio del Cádiz: Pellegrino no logra despertar a los jugadores

Algo parecido le ocurrió dos años después a Sergio con el vestuario, que lo terminó perdiendo a pesar de su muy diferente talante en comparación con el señor de las gafas. Este Cádiz 23/24 se ahogaba en presencia de sus dirigentes, que alargaron el chicle hasta que se convirtió en piedra, esa a la que aún no le ha podido meter mano su sustituto. Porque, a falta de un milagro, el paso de Pellegrino por el banquillo amarillo está resultando todo un fiasco. Hay motivos. Los primeros que no se entendieron fuera la nula reacción del equipo en el campo. En sus dos primeros encuentros, firmados con empates ante Athletic en casa y Villarreal fuera, los equipos titulares que sacó el argentino fueron prácticamente los mismos que pudo haber sacado Sergio con la excepción de Sobrino. El sistema, igual. Para este viaje, ya saben, no se necesitaba alforjas.

La incógnita de Pellegrino: ¿La sedación como estrategia en el banquillo?

El remate de la decepción se dio con las derrotas siguientes y consecutivas ante Betis (0-2) y Osasuna (2-0). Fue allí en El Sadar donde ya Pellegrino recordó que los problemas que él estaba sufriendo en sus cuatro primeros encuentros como inquilino del vestuario cadista venían de lejos. Inaudito que los dirigentes no vieran la necesidad de dar otro volantazo idéntico al que dieron en ese mismo campo temporadas atrás con unas manifestaciones de Cervera que le costaron el finiquito y un juicio posterior. Después llegaron dos empates insuficientes ante Celta en Carranza y Rayo en Vallecas, encuentros en los que Pellegrino no supo ni quiso mimar a un jugador que, sin Ocampo en los planes, debía haber sido, cuanto menos, más empleado dadas sus facilidades para marcar goles.

Natalia Vega

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