En una sociedad que presume ser cada vez más inclusiva, la búsqueda de un refugio de verano para un hijo con discapacidad puede convertirse en una verdadera odisea. La experiencia de una madre que lucha por encontrar un espacio de integración para su hijo con autismo es un ejemplo palmario de las barreras que aún persisten en nuestra sociedad. Me dijeron que los niños con autismo no tienen amigos ni juegan, recuerda con tristeza la madre, quien se enfrenta a una realidad que niega la capacidad de los niños con discapacidad para interactuar y divertirse. A continuación, exploraremos la lucha de esta madre por encontrar un refugio de verano que brinde a su hijo la oportunidad de disfrutar de una experiencia de verano inclusiva y llena de amigos.
- La lucha por encontrar un refugio de verano para los hijos con discapacidad
- Niños con discapacidad, excluidos de los campamentos de verano
- La difícil búsqueda de un refugio de verano para los hijos con discapacidad
- La inclusión en los campamentos de verano, un derecho que debe ser garantizado
- El papel de las administraciones y la sociedad
La lucha por encontrar un refugio de verano para los hijos con discapacidad
Llega el verano y, para las familias con niños, conciliar la vida laboral y personal se vuelve una misión casi imposible. Sin embargo, para aquellos que tienen niños con discapacidad, la búsqueda de un refugio de verano se convierte en una tarea aún más difícil.
Niños con discapacidad, excluidos de los campamentos de verano
En prácticamente todos los ayuntamientos existen campamentos urbanos que utilizan las instalaciones de los colegios públicos para organizar actividades lúdicas por un módico precio. Sin embargo, estas actividades rara vez están preparadas para atender a niños con necesidades especiales.
Raquel, madre de Sergio, un niño con discapacidad física, asegura que la realidad es que el personal de este tipo de campamentos no está preparado para atender a niños con discapacidad, yo no me siento segura.
La difícil búsqueda de un refugio de verano para los hijos con discapacidad
Beatriz Vega, responsable de Ocio inclusivo de Plena Inclusión, reconoce que son muchas las familias que se encuentran con problemas a la hora de buscar un lugar adecuado para que sus hijos disfruten del tiempo de ocio en verano en igualdad de condiciones que el resto de niños.
A veces, cuando una familia apunta a su hijo con discapacidad a un campamento, ya de entrada, le dicen que no puede participar porque no va a poder hacer algunas actividades o porque no hay suficiente personal o no está formado, asegura.
La inclusión en los campamentos de verano, un derecho que debe ser garantizado
La situación se agrava cuando el niño o la niña tiene muchas necesidades de apoyo. Además, en algunas actividades inclusivas organizadas por ayuntamientos, la normativa no permite participar a niños y niñas que están en educación especial.
Beatriz Vega destaca que los campamentos organizados desde los ayuntamientos tienen la obligación de no discriminar a nadie. Sin embargo, la realidad es que muchas familias se enfrentan a la exclusión y la discriminación.
La mejor opción para estas familias es buscar recursos más específicos, normalmente más caros. Sin embargo, incluso en campamentos especializados, las familias se encuentran con criterios excluyentes, como la edad o problemas conductuales.
El papel de las administraciones y la sociedad
Desde Plena Inclusión reclaman a las administraciones más recursos que garanticen el derecho al ocio de TODOS los niños y niñas.
En la organización de las actividades o en la contratación de las empresas que los van a llevar a cabo, deben tener presente que todos los campamentos deben ser inclusivos, deben tener personal suficiente y formado que pueda apoyar a cualquier participante, debe ser accesible, debe ser flexible y garantizar distintos niveles de participación en las actividades… En definitiva, los campamentos de dependan de fondos públicos se deben diseñar desde el inicio para que cualquier niño o niña pueda participar, afirma Beatriz Vega.
Es hora de que las administraciones y la sociedad tomen medidas para garantizar el derecho al ocio de todos los niños y niñas, sin importar su condición.
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