En el escenario político europeo, la migración ha sido uno de los temas más polémicos y controvertidos de la última legislatura. La Unión Europea (UE) ha luchado por encontrar un consenso sobre cómo abordar el flujo de personas que buscan refugio o una vida mejor en el continente. La cuestión ha generado un debate encendido entre los líderes europeos, divididos entre aquellos que defienden una política de apertura y acogida y aquellos que abogan por una posición más restrictiva. Esta división ha llevado a una parálisis política, lo que ha impedido que se tomen decisiones efectivas para abordar la crisis migratoria.
Las elecciones y el tema migratorio: una mezcla explosiva para la UE
La cuestión migratoria ha sido un tema tabú en la Unión Europea durante décadas. Sin embargo, el pacto migratorio alcanzado tras diez años de dudas no parece haber cerrado el asunto de cara a los comicios del 6 al 9 de junio. De hecho, se seguirá hablando del tema. mucho y de forma divisiva.
Todos ven ese acuerdo como incompleto y la derecha radical hará de la inmigración su caballo de batalla en la campaña, aunque la izquierda no quiera entrar del todo en esa batalla. Meloni, Abascal, Le Pen, Salvini u Orbán tienen clara la línea a seguir: la UE debe controlar sus fronteras.
El pacto migratorio: cinco reglamentos para una política común
El pacto está formado por cinco reglamentos que, además, se habían negociado hasta ahora por separado:
- El de control y procesamiento de los datos de los migrantes
- El control de las fronteras exteriores
- La tutela judicial y los recursos necesarios
- La administración de las crisis y la gestión y atención de los solicitantes de asilo
Quizá la base del acuerdo sea la llamada solidaridad obligatoria pero flexible: el objetivo es la acogida de 30.000 refugiados al año, pero los Estados miembros pueden no hacerse cargo de su cuota a cambio de unos 20.000 euros por persona en un fondo común que se cree a partir de ahora.
De este modo se ha cerrado la puerta a las cuotas irrenunciables, que era una petición que hacían países como España, situadas en la primera línea. Además de las aportaciones económicas, los 27 también podrán participar con medios logísticos para los traslados o incluso siendo países de segunda línea, es decir, acogiendo a refugiados que hayan entrado a través de otro Estado miembro.
La derecha radical y la inmigración
La derecha radical hará de la inmigración su caballo de batalla en la campaña. Marine Le Pen, Giorgia Meloni, Santiago Abascal, André Ventura o Matteo Salvini se escucharán mucho estas semanas, y sobre todo será para que hablen de cómo combatir la inmigración ilegal.
Algunos de estos líderes de derecha radical, de hecho, comparten en cierto modo la llamada teoría del remplazo. Es decir, avisan de que la población europea está siendo sustituida por la de origen árabe, por culpa de la inmigración masiva.
Además, un grupo de 15 Estados miembros de la UE, liderados por Dinamarca, han llamado recientemente a una estrategia conjunta para externalizar la política de migración y asilo, más allá del propio pacto común. Alegan que el incremento insostenible de llegadas irregulares de migrantes en los últimos años requiere enfoques innovadores y poco convencionales.
El mensaje es claro: La UE y sus Estados miembros deberían mejorar su contribución a unas asociaciones igualitarias, constructivas y amplias con países clave, especialmente a lo largo de las rutas migratorias, cambiando nuestro enfoque de la gestión de la migración irregular en Europa al apoyo a los refugiados, así como a las comunidades de acogida en las regiones de origen.
Mientras, las urnas están a la vuelta de la esquina.
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