¿Listo para el desafío? ¡La pregunta que está revolucionando la sociedad!

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¿Listo para el desafío? ¡La pregunta que está revolucionando la sociedad!

En un mundo cada vez más dinámico y cambiante, una sencilla pregunta está generando un impacto significativo en la sociedad actual. La pregunta en cuestión, ¿Listo para el desafío?, ha despertado un movimiento que está revolucionando la forma en que las personas se enfrentan a los retos y desafíos que se les presentan. Desde la educación hasta la empresa, pasando por la política y la vida cotidiana, esta pregunta está inspirando a las personas a revisar sus objetivos y ambiciones, a desafiar sus límites y a buscar nuevas oportunidades. ¿Qué hay detrás de esta tendencia? ¿Cuáles son las implicaciones de esta pregunta en nuestra sociedad? En las siguientes páginas, exploraremos el impacto de este movimiento y cómo está revolucionando la forma en que vivimos y trabajamos.

¿Listo para el desafío? ¡La pregunta que está revolucionando la sociedad!

La actualidad dura lo que dura una bola de fuego cruzando el cielo una noche de primavera. Ya lo sabe, la semana pasada la velocidad de la luz fue captada, de madrugada, por una cámara estratégicamente colocada en la plaza de Sevilla. El resto ya es historia -o prehistoria, como prefiera-, pero todo el mundo había visto la cola del cometa, las explosiones, el aerolito o lo que fuera aquello, y todo el mundo, por supuesto, tenía una explicación lógica del fenómeno.

«Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste, grandes señales había», que decía el romance. Porque andamos tan perdidos últimamente, que solo encontramos alivio interpretando los posos del café, las entrañas de los pájaros o de los sueños.

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Y como la actualidad dura menos que dos peces de hielo en un whisky on the rocks, nos olvidamos pronto del cielo y volvimos nuestros misericordiosos ojos al muelle, donde un barco de bandera británica mantuvo en cuarentena a medio millar de pasajeros por una misteriosa enfermedad, que resultó ser una gastroenteritis masiva-me encanta escribir gastroenteritis para que todos leamos cagalera.

Una estampa, la de los turistas recluidos en el crucero, más propia de las cuarentenas medievales de bandera negra, que también se esfumó pronto. Ya no eran quinientos los enfermos sino ciento treinta y dos, y ya no era una enfermedad, sino una indisposición, y ya no era noticia sino pasado.

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Los ecos se hicieron más fuertes que las voces y entre las declaraciones de Pedro Sánchez, de su vicepresidenta, de Milei -interpretando el sainete «Donde las dan, las toman»-, de la embajadora de Israel y las de Felipe González que siempre está cuando menos se le espera, se nos ha ido pasando la semana sin más pena que la gloria de estar vivos en una ciudad en la que no pasa nunca nada, y cuando pasa, es para que nos saquen en las televisiones nacionales por graciosillos, estrafalarios o polémicos.

Qué le voy a contar yo, si usted lo sabe igual de bien. El anterior alcalde, el que levantaba las alfombras y sacaba las pelusas, vuelve, investigado por la Fiscalía ante un presunto caso de poca transparencia en el Ayuntamiento.

No importa, dicen sus allegados, esto también pasará. Diecisiete denuncias archivadas son el aval que presentan para determinar que esta, la número dieciocho, acabará en la misma papelera.

Que lo poco espanta, que decía mi abuela, y lo mucho, muchísimo, amansa, como se amansan las fieras cuando les toca bailar. El lawfare, la máquina del fango, el ellos también lo hacían…

El pasado viernes volvimos a ser carne de la Sexta, que estrenaba nuevo programa. «Turismo: Un problema con todo incluido» ponía el dedo en la llaga que más nos duele con titulares de lo más sensacionalistas: vecinos hartos, trabajadores precarios, gente expulsada de sus barrios.

«¿Podemos permitirnos el aumento descontrolado del turismo?» se preguntaban en el programa. Podemos, claro que podemos, siempre podemos. Porque mientras que no se tomen las medidas necesarias -y lo de cobrar en los museos no repercutirá prácticamente en nada porque la mayoría de los turistas no pierden su poco tiempo en visitar museos- no habrá manera de frenar este asunto.

Ya lo sabe, la tasa turística planea sobre la política municipal. Nuestro alcalde votó en contra de su implantación en julio de 2023, luego se abstuvo y recientemente lo ha considerado «razonable», lo que nos lleva a pensar que «este verano al final tampoco me como ná» que cantaban «Los tintos de verano».

Tampoco es cuestión de estar mirándose siempre el ombligo. Sobre todo, porque cuando una levanta sus ojos a los montes, sabe perfectamente de dónde le vendrá el auxilio – el salmo 121, que yo también me sé lo de la exégesis- y sabe que el mal de muchos suele ser consuelo de tontos.

Pero qué quiere que le diga, el mundo se ha vuelto loco y nosotros no hemos nada por remediarlo. Los fans de Taylor Swift han hecho viral un consejo para ir a los conciertos, sobre todo para los que ofrecerá en Madrid esta semana -los de los niños con salvoconducto para ir al colegio los días 28 y 29 me parece de lo más surrealista- y para los que ya no quedan entradas, ni siquiera las de «visión obstruida», que consiste en ponerse un pañal de adulto para no emplear el tiempo en ir y venir al baño, no aguantar colas y así no perderse ni un solo momento del espectáculo.

Y no sé si será o no una señal, pero lo del viceprimer ministro inglés, Oliver Dowden, y su alarma por un posible ataque nuclear, un ataque cibernético, una pandemia o una inundación -o dos huevos duros- es para pensarlo.

El pasado jueves, el Gobierno de Reino Unido instaba a sus ciudadanos a que preparasen cuanto antes un kit de emergencia. Por lo que pueda pasar, decían, y para que no se diesen situaciones dantescas en los supermercados devastados a última hora.

La recomendación iba en serio, no piense que es cosa mía: tres litros de agua potable por persona y día, alimentos secos y frescos, linternas, dispositivos solares, mascarillas, teléfonos cargados, medicamentos, copias de documentos importantes… y papel higiénico, que luego ya sabe lo que pasa, que no siempre se tiene a mano un pañal de adulto como los fans de Taylor Swift.

Definitivamente, conviene hacerles caso a las señales, y no perder la vista la regla del tres, fundamental para la supervivencia humana: tres semanas sin comida, tres días sin agua, tres horas sin refugio, y tres minutos sin oxígeno. A mí ya me está faltando el aire.

Antonio Santana

Soy Antonio, redactor de la página web El Informacional, un periódico independiente de actualidad nacional en Español. Mi pasión por la escritura y el periodismo me lleva a investigar y redactar noticias de forma objetiva y veraz, para mantener a nuestros lectores informados de manera imparcial. Con mi compromiso con la verdad y la ética periodística, me esfuerzo por ofrecer contenidos de calidad que reflejen la realidad de nuestra sociedad. Estoy orgulloso de formar parte de este equipo editorial que busca informar, educar y generar debate en la opinión pública.

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