El futuro político del expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, se encuentra en un punto de inflexión. Después de meses de exilio en Bélgica, el líder independentista catalán enfrenta un futuro incierto. La justicia española sigue investigando su posible implicación en los hechos del 1-O, lo que ha generado una gran incertidumbre sobre su futuro político. Además, la comunidad internacional ha comenzado a cuestionar su papel en el proceso independentista catalán.
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Puigdemont: ¿Regresar a España o mantenerse en la lucha política?
Con la reciente aprobación de la ley de amnistía, el futuro político de Carles Puigdemont se enfrenta a una encrucijada: ¿dar un paso atrás para ayudar a renovar los liderazgos en el independentismo o volver a la primera línea institucional?
El expresidente prófugo no es un hombre de medias tintas y ya ha dejado claro que, con la norma de amnistía bajo el brazo, esto no ha hecho más que empezar. Para Puigdemont, la ley de amnistía implica que el Estado ha corregido un «error» que permitirá negociar con mayor igualdad.
La hoja de ruta de Puigdemont
En una declaración telemática desde Waterloo (Bélgica), Puigdemont constató que la ley de amnistía forma parte del acuerdo de investidura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. «Esto nos enseña que, por más que cueste tiempo e incomprensiones, hay que mantener la posición y saber aprovechar las oportunidades» más allá de los sacrificios e incertidumbres que pueda haber.
El líder independentista ha vivido fuera de España durante seis años y medio, junto con otras personas, y lamenta que lleven «el estigma de la persecución judicial, la marca de los señalados por los poderes del Estado, incluidos sus principales partidos».
Regresar a España y recuperar la batuta del Govern
No es de extrañar, entonces, que piense regresar a España, en virtud de la norma que impone el olvido al procés, y, ya de paso, recuperar la batuta de un Govern que, siempre defendió, le «arrebataron ilegítimamente con la aplicación del artículo 155 en 2017».
Aunque Puigdemont no ganó las elecciones del 12 de mayo, se agarra a una carambola aritméticamente posible -apoyo de ERC y CUP y al menos abstención del PSC- para seguir aspirando a la investidura.
La incógnita del calendario
Hay un factor clave que condicionará la estrategia personal de Puigdemont: si en el plazo que va desde ahora hasta el mes de agosto fracasan los intentos de articular una mayoría suficiente para una investidura, habrá repetición electoral en octubre.
En ese caso, si se confirma el levantamiento de la orden de detención, podría volver a presentarse, con el matiz de que seguramente haría campaña desde Cataluña y apelaría más que nunca al voto útil independentista frente a Illa.
Otro escenario es que el mandato judicial de arresto siga vigente, con lo que de volver sería puesto a disposición de la Justicia. Una posibilidad que se antoja remota, y ante la que todavía cuenta con la baza de sus siete diputados en el Congreso.
Los mismos que han dado luz verde a la ley de amnistía.
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