Toros de lidia desafían a los toreros en un emocionante festejo taurino en Jerez

En el corazón de Andalucía, la ciudad de Jerez de la Frontera se vistió de fiesta para acoger un emocionante festejo taurino que dejará huella en la memoria de todos los asistentes. La corrida de toros se celebró en la Plaza de Toros de Jerez, un escenario emblemático que ha presenciado algunos de los momentos más destacados de la fiesta brava. Los toros de lidia, procedentes de las mejores ganaderías de España, se enfrentaron a los toreros más valientes de la tauromaquia, en un duelo de habilidad, valor y estrategia.

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Toros de lidia desafían a los toreros en un emocionante festejo taurino en Jerez

Con lleno en los tendidos, mucho sol y más viento de levante, una pareja ecuestre de felipes segundos irrumpía en el dorado ardiente del albero. El festejo, ese ancestral rito tan maravilloso, daba comienzo.

El verde y oro de Talavante, el negro y oro de Roca Rey y el grana áurico de Pablo Aguado centelleaban aleteantes en la puerta de cuadrillas para emprender el paseíllo. Raudo, majestuoso, solemne, como un eco recordatorio de la grandeza del espectáculo, sonó el himno nacional. Y el público, tan estruendoso y festivo, se recogió en un silencio respetuoso y súbito, en unánime proclama de su identidad y de su libertad.

La lidia comienza

La lidia comienza

La tarde penetraba en emociones y saltaba al ruedo el primer toro de la tarde, un armónico ejemplar negro de Jandilla que acudió templado y humillado a la mecida capa de Alejandro Talavante. Ciñó éste las gaoneras en un quite, tras el contacto efímero de su enemigo con la cabalgadura. Animal de extrema nobleza, medida casta y muy escaso poder, cuyo acometer iría menguando alarmante y progresivamente a lo largo del trasteo.

El diestro extremeño, con estoicos pases por alto, alternados con otros por bajo y del desprecio, dibujó un bello, intenso inicio de faena. Pero en la segunda tanda de toreo fundamental, el toro muestra ya signos de agotamiento y su embestida se torna más corta, su motor parece atenuarse, su brío original se transforma en sosería. Talavante, siempre hierático y confiado, prodigó en las postrimerías de la lidia, hermosos cambios de mano, pulcra sucesión de circulares, ardientes manoletinas. Rubricó este primer capítulo con una estocada algo desprendida y fue premiado con el excesivo obsequio de dos orejas.

Roca Rey, el triunfador numérico del festejo

El triunfador numérico del festejo resultó Roca Rey, torero de fácil conexión con los tendidos, siempre valiente, variado y poderoso. Como en él es habitual, dejó a sus toros casi sin picar, por los que éstos arriban al último tercio con el motor suficiente para sorprender con el toreo vibrante y dominador que le caracteriza.

A su primero, un colorado manso y mal presentado, lo recibió por delantales para dibujar después un airoso quite por faroles. Largos y poderosos, ligados y profundos, los derechazos del peruano encandilaron a la concurrencia, que también celebraría la enjundia y personalidad de unas series al natural garbosamente resueltas con estéticos ayudados y hondos pases de pecho.

Pablo Aguado, un torero sin suerte

Menos suerte tuvo con su lote Pablo Aguado. Más genio que entrega en su embestida derrochó el tercero de la suelta, animal que fue recibido con armónicas verónicas por el fino espada sevillano. Tras un muy buen puyazo del varilarguero Mario Benítez, se advirtió que el toro acometía con acelerada brusquedad y con frenadas en seco antes de terminar las suertes, sin deslizarse.

Se fajó con él con torera galanura Aguado, al que pudo extraer alguna serie destacable de muletazos, a pesar de que el astado se revolvía con prontitud, no humillaba en exceso y vendía caro cada embestida. Pulcro clasicismo, ortodoxa colocación, se pudo admirar en los bellos naturales que brotaban en inconexo goteo de excelsitud.

Un pinchazo y una gran estocada pusieron fin a una labor que fue silenciada. Carente de la más mínima emoción y transmisión en su embestida, el ejemplar que cerraba plaza no ayudó tampoco a que el sevillano expresara la pureza de su tauromaquia. Unas aladas chicuelinas al paso, la cadencia y el gusto de unos suaves ayudados por alto, el apunte de clasicismo en el toreo fundamental, constituyeron dignas sugerencias aisladas de la capacidad de un torero que no encontró enemigo propicio.

Con un pinchazo y una perfecta ejecución del volapié obtenía un trofeo Pablo Aguado y se ponía fin a una tarde invadida ya por una tenue luz artificial, que alumbraba la salida a hombros de Alejandro Talavante y Roca Rey.

Patricia Cruz

Soy Patricia, una periodista apasionada por la actualidad nacional que trabaja en la página web El Informacional, un periódico independiente en Español. Mi misión es informar a nuestros lectores de manera objetiva y veraz sobre los acontecimientos más relevantes de nuestro país. Con un enfoque crítico y comprometido, me esfuerzo por ofrecer un análisis profundo y riguroso de los temas que impactan a nuestra sociedad. Mi objetivo es contribuir a la formación de una ciudadanía informada y crítica a través de mi trabajo en este medio digital de gran prestigio.

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