Trafalgar sin señales: ¿Por qué algunas personas pueden desarrollar Alzhéimer sin mostrar síntomas aparentes?

El misterio del Alzhéimer sigue siendo uno de los grandes desafíos de la medicina moderna. A pesar de los avances en la comprensión de esta enfermedad, sigue siendo un enigma por qué algunas personas pueden desarrollar Alzhéimer sin mostrar síntomas aparentes. Esta condición, conocida como Trafalgar sin señales, ha generado gran interés en la comunidad científica, ya que permite cuestionar nuestra comprensión actual de la enfermedad y buscar nuevas respuestas.

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El enigma del Alzheimer: ¿Por qué algunas personas desarrollan la enfermedad sin mostrar síntomas?

Cerca de un millón de personas en España padece enfermedades neurodegenerativas, una serie de condiciones que deterioran progresivamente el sistema nervioso. La mayoría de ellas, específicamente, sufren la llamada enfermedad de Alzheimer, que se caracteriza sobre todo por síntomas que afectan a la memoria y por la aparición de una serie de lesiones muy particulares en el tejido cerebral.

Sin embargo, un nuevo estudio científico llevado a cabo por investigadores de los Países Bajos y publicado en el medio especializado Acta Neuropathologica Communications ha hallado que un subgrupo de personas muestra indicaciones claras de la progresión del Alzheimer en su tejido cerebral y, sin embargo, no llega a mostrar los síntomas típicos a lo largo de su vida.

La lenta progresión del Alzheimer

La lenta progresión del Alzheimer

En torno al 70% de los 55 millones de personas que en todo el mundo desarrollan alguna forma de demencia padecen específicamente Alzheimer, cuya principal característica clínica es la pérdida de células cerebrales asociada a la acumulación tóxica de formas defectuosas de dos proteínas, el beta-amiloide y la proteína tau.

A nivel externo, los síntomas más evidentes del Alzheimer incluyen la pérdida de memoria, los déficits cognitivos, los problemas del habla y del reconocimiento, la conciencia espacial, la lectura y la escritura, así como una serie de cambios significativos en la personalidad y la conducta. Teniendo en cuenta que se trata de una enfermedad progresiva, estos signos suelen ser sutiles en un comienzo y se van volviendo más severos a medida que pasa el tiempo.

El grupo resiliente

Los autores del estudio analizaron muestras del Banco Cerebral de los Países Bajos, que contiene tejido cerebral de más de 5.000 donantes fallecidos con un amplio rango de donantes fallecidos y que, además, etiqueta esas muestras con diagnósticos neuropatológicos muy precisos y las guarda junto a registros detallados sobre la progresión de la enfermedad de cada donante y su historia médica.

Encontraron un subgrupo de 12 pacientes que mostraban los rasgos típicos del Alzheimer en su tejido cerebral pero que en vida no llegaron a mostrar los síntomas habituales. A estos pacientes los bautizaron como 'grupo resiliente', y analizaron otras características concretas presentes en su tejido cerebral.

Entre los resultados interesantes, observaron que en su tejido cerebral un tipo de neuronas llamadas astrocitos, que funcionan como una suerte de 'limpiadores' de los deshechos producidos en el cerebro, producían más cantidad de lo habitual de un tipo de antioxidante llamado metallotioneína. Similarmente, mientras que en la mayoría de las personas estas células pueden incrementar la inflamación cuando interactúan con las microglías (un tipo de célula inmune especializada del cerebro), en el grupo resiliente estas vías inflamatorias se mostraban menos activas.

Diferencias naturales en la aparición de la enfermedad

Aún así, hay que tener algunas cosas en cuenta a la hora de analizar la relevancia de este estudio. Por ejemplo, cabe destacar que a menudo existe un retraso de varias décadas entre la aparición de los primeros depósitos de proteínas defectuosas en el cerebro y la aparición de los primeros síntomas. Por ello, en realidad no es raro encontrar personas con una buena función cognitiva que, al fallecer, muestran en su tejido cerebral signos clínicos del Alzheimer.

Similarmente, se ha observado que mientras que en algunas personas las huellas del Alzheimer en el cerebro ya son detectables desde tan temprano como la tercera década de vida, en otras no comienzan a aparecer hasta mucho más tarde. Esto explica por qué, aunque generalmente los síntomas comienzan en edades avanzadas, existe una gran variabilidad en el momento en el que se presentan en diferentes pacientes.

Por último, se han documentado muchos factores que influyen en la progresión del Alzheimer, que van desde la presencia de determinadas características genéticas hasta algunos aspectos del estilo de vida. Por ello, no debemos descartar que cumplir con una serie de hábitos saludables pueda ayudarnos a ralentizar y retrasar muchos síntomas del Alzheimer hasta edades ya muy tardías, a pesar de que algunas características clínicas de la enfermedad puedan ya estar presentes.

Javier Martín

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