En el umbral del inicio de la competición, el ambiente está electrizado. La expectación es máxima y la emoción alcanza niveles febriles. La hora de la verdad ha llegado y los equipos se preparan para dar el primer paso en el camino hacia el éxito. En este contexto, la decisiva previa adquiere un carácter fundamental, ya que cada detalle puede ser clave para marcar la diferencia en el primer partido. Los jugadores se han preparado durante meses, pero la realidad del campo es impredecible. ¿Quiénes serán los héroes del día? ¿Qué estrategias se llevarán a cabo? La intriga es máxima y solo el tiempo dará las respuestas.
La gran despedida: el Cádiz ya no juega para todos
Todo aquel que no crea en los Reyes Magos debe saber que la Liga de verdad, la de los que aman el fútbol real, ya ha acabado. ¿Por qué? Porque lo que viene ahora es un fútbol relativo, negligente, negociable, quizás, vaya usted a saber, corrupto. Ya saben, a partir de ahora los encuentros los suele ganar el equipo que más necesita los puntos de los dos.
Así está montado esto y el que no quiera verlo es porque aún se va a la cama el 5 de enero habiendo dejado agüita para los camellos en el salón de su casa. Oiga, y qué bonita es la vida cuando se siente así. Maravillosa.
El Cádiz tiene a un presidente muy, muy listo, pero haría bien don Manuel en no creerse el que es el más de la clase, véase, la Liga. De hecho, ya la semana pasada en Vigo comenzaron a ganar partidos fácilmente saltándose el guion de los pronósticos que reza la tabla. Por eso, ahora le toca a los de amarillo, ya saben, «los nuestros», esos a los que al cadismo han osado recordarle que son a los que hay que animar. ¿Qué cosas, eh? Y desde Sevilla, ojo. ¿Qué disparate todo?
La afición cadista, cómplice de la estafa
Aunque cueste. Y cuesta porque hasta la fecha el Cádiz, el equipo ya, no ha hecho otra que empeñarse en que su afición mire para otro lado después de enemistarse con lo que viene siendo el juego. Una afición que, por cierto, en esta sociedad hipócrita e infantil y que tanto se entretiene con tanto postureo e impostura de redes sociales y demás gilipolleces, tampoco ha estado a la altura. Todo hay que decirlo. Y escribirlo, para que quede.
Porque ahora todo el mundo se ha puesto de uñas con el Cádiz, pero, muchachos, este club lleva dando bandazos y haciendo las cosas con el pie desde que comenzó a rodar la pelotita ante el Alavés en una primera jornada donde muchos se frotaron las manos creyendo que esto iba a ser coser y cantar. La cosa empezó a torcerse incluso antes de esa primera e inaugural victoria. ¿Cuándo? Pues cuando Sergio González comulgó con las renovaciones de dos 'cheerleaders' como lo fueron en sus últimos días Negredo y José Mari. Ahí, justo ahí comenzó la estafa que ahora ensucia todo el escenario.
La gran estafa: el Cádiz se juega todo por todo
Y esta engañifa perpetrada por el máximo responsable del negocio ha llevado a la empresa a tener que jugarse todo por el todo en cuatro partidos que hay que ganar sí o sí mientras se espera a que sus contrarios no hagan lo mismo durante un calendario que ha querido que sean los gaditanos los que tengan que derribar más bolos. Entiéndase bolos por trámites, compromisos, tratos beneficiarios.
Por todo ello, este domingo hay que derribar el primero de los cuatro que tiene por delante siempre y cuando Las Palmas no siga avivando la llama que ayer estimuló con su derrota previsible ante el Mallorca en Son Moix. Y es que, ya se ha dicho, aquí el personal que tiene que ganar es el que suele ganar. Por eso hoy el Getafe deberá dar su brazo a torcer ante un Cádiz que solo gana cuando el que tiene en frente viste con bañador y chanclas como se coló en Carranza un Atlético que pensaba más en el Inter que en la lluvia que le cayó ese día en la Tacita de plata, material de la que está hecha una categoría que ya acaricia a los de Mauricio Pellegrino, que va para mejor enterrador de lo que fue en su día Julián Rubio, que ya es decir.
A favor de los cadistas está todo para ganar todo lo que resta de campeonato. Eso sí, en el probable caso que lo consiga, deberá rezar porque sus rivales sufran y se dejen puntos en un camino donde aún restan equipos que se siguen jugando algo como es el caso del Atlético, Athletic y alguno más que otro que deben cruzarse en la senda por la que tienen que transitar Celta o Rayo Vallecano, por poner.
Poco o nada importa, lo mismo que le importó este sábado a Quique Sánchez Flores o Marcelino sus desguarnecidas defensas, lo que saque o deje de sacar Pellegrino ante el Getafe. Son tantos y tan insensatos los cambios que ha hecho durante su estancia en el banquillo del Cádiz que el personal asistirá a su once como el que lee un guion de una secuela que se ve por amor a la opera prima más que por lo que ya sabe que es consecuencia del éxito.
El partido clave: Cádiz vs. Getafe
Ponerse a acertar el equipo titular del entrenador argentino no es que dé pereza, es que da igual. Por eso de marcar goles, se supone que jugarán Chris Ramos y Juanmi, que estarán escoltados por nueve voluntariosos compañeros y poco más. En todo caso, la clave estará en la motivación con la que quiera jugar el Getafe, al que el club cadista debería haber invitado en su conjunto al concierto que el sábado noche ha dado un tributo a Mecano con la esperanza que la muchachada de Bordalás se confundiera. La lástima es que los jóvenes del entrenador alicantino quizás ni sepan quién es Ana Torroja.
Así pues, los de amarillo, «los nuestros», Vizcaíno dixit, deberán ganar como sea el que es su primer bolo de cuatro.
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