«Así es cómo hemos vivido»
En un mundo en constante evolución, es hora de reflexionar sobre el camino recorrido. La memoria colectiva nos lleva a rememorar los momentos más significativos de nuestra historia reciente. En este sentido, «Así es cómo hemos vivido» se presenta como un ejercicio de introspección y análisis de los sucesos que han configurado nuestra sociedad. A través de este relato, se busca rescatar la esencia de una época, destacando los logros, los desafíos y los cambios que hemos experimentado como sociedad. En las siguientes páginas, se presentará un vibrante retrato de nuestra historia reciente, con el fin de comprender mejor quiénes somos y hacia dónde vamos.
La vida en el campo: un trabajo duro pero lleno de satisfacción
En el corazón de El Palmar, en Vejer, encontramos a Manuel, un hombre que desde muy temprana edad ha dedicado su vida al trabajo en el campo. A pesar del sol abrasador que cae sobre su huerta, Manuel y su familia se esfuerzan cada día para producir la comida que llega a nuestras mesas.
Un día más en el campo
Es viernes, 12 del mediodía, y Manuel ya ha comenzado su jornada desde las 7 de la mañana. Lo primero que hemos hecho ha sido entrar en el invernadero para coger los tomates de las matas antes de que haga más calor, explica. Ahí dentro puede hacer más de 45 grados.
Manuel trabaja junto a sus compañeros en la huerta, donde cultivan berenjenas, patatas, sandías, pimientos y tomates. Las patatas que tienes ahí ya están naciendo y las vamos a coger. Antes sacamos otras siete u ocho cajas, comenta.
Un trabajo duro pero gratificante
Sin embargo, el trabajo en el campo no es fácil. Esto es un trabajo muy duro, afirma Manuela, prima de Manuel. A mí me hace gracia la gente que dice que los agricultores viven muy bien. Estos chiquillos se meten aquí todos los días desde las ocho de la mañana o antes y no terminan hasta cerca de las diez de la noche.
Manuel y su familia conocen bien el sacrificio y la dedicación que requiere el trabajo en el campo. Esta es la vida que nosotros hemos conocido, desde pequeños hemos trabajado siempre en el campo, desde que tenía ocho o nueve años empezaba a ayudar a mi padre con mis hermanos, recuerda Manuel.
La satisfacción del trabajo bien hecho
A pesar de las dificultades, Manuel y su familia encuentran satisfacción en el trabajo que realizan. Es muy duro, y yo entiendo que a mis hijos no les guste, y es normal que cada vez haya menos gente que quiera trabajar en el campo, pero en mi casa nunca ha faltado un plato de comida.
Manuel y sus compañeros trabajan arduamente para producir la comida que llega a nuestras mesas. Todos estos tubérculos serán vendidos a la cooperativa Las Virtudes, en Conil, para su posterior venta al público, explica.
La naturaleza y la vida en el campo
El clima y la naturaleza también juegan un papel importante en el trabajo de Manuel. Este año ha llovido más en Semana Santa y se nota. Mira qué bonitas están esas flores que tienes ahí. Hace un año estaba todo esto seco, dice.
La lluvia ha sido beneficiosa para la cosecha. Con las lluvias de estas semanas las sandías este año van a estar fresquísimas y van a salir muy grandes. Cuando llueve menos no tienen tanto color rojo y están más secas, apunta Manuel.
Un trabajo que no se detiene
Manuel y su familia no se detienen. Mañana volveré otra vez, y al día siguiente también. Aquí no se para. Hay días en los que hay más trabajo y días en los que hay menos, pero si no estamos sembrando, estamos recogiendo, y si no, fumigamos, pero en el campo siempre se trabaja.
La vida en el campo es un trabajo duro pero gratificante, que requiere dedicación y sacrificio. Sin embargo, para Manuel y su familia, es una vida que les llena de orgullo y satisfacción.
Deja una respuesta