El hombre tuerto de Cádiz

La impactante historia de El hombre tuerto de Cádiz ha conmocionado a la opinión pública. En la ciudad de Cádiz, un misterioso individuo con un parche en el ojo ha sido visto merodeando por las calles, generando especulaciones y temores entre los habitantes. Testigos afirman que este enigmático personaje cubre su rostro con una capa oscura y evita todo contacto visual con quienes se cruzan en su camino. Las autoridades locales han iniciado una investigación para esclarecer la identidad y los motivos de este singular individuo, cuya presencia ha despertado curiosidad y suspicacia en igual medida. ¿Qué secretos ocultará El hombre tuerto de Cádiz tras su enigmática apariencia?

El hombre tuerto de Cádiz: portador de maldiciones en la ciudad gaditana

La sabiduría del refranero popular radica en su versatilidad y conveniencia. Para cada situación, para cada circunstancia, para cada necesidad, existe una sentencia o aforismo, lo mismo para una cosa que para la contraria. Si te levantas temprano, si eres madrugador, tienes la ayuda divina garantizada. Y si te haces el remolón entre las sábanas, no te perderás nada. El día fluirá por sus derroteros, esperando sólo tu pequeño granito de arena.

Un tema recurrente en el conocimiento popular es el relacionado con la suerte. Esa de las dos caras, la buena y la mala. Desde el antiguo Egipto, cruzarte con un gato negro se consideraba un talismán de la buena suerte. Romper un espejo se interpreta como dañar o fragmentar tu alma, lo que traería consigo consecuencias negativas y mala suerte. Al pasar por debajo de una escalera estamos profanando lo sagrado e invocando al diablo. En el lado opuesto a encontrar un trébol de cuatro hojas, que te augura una racha de buenaventura, está recibir la mirada monocular de un tuerto, en ese caso debes prepararte para sus efectos perniciosos.

En Cádiz hay un tuerto. Los que creen verlo por la calle intentan evitarlo. Nadie sabe dónde vive, pero merodea por toda la ciudad. Es descarado y displicente, y no tiene reparos en echar su maldición agorera sobre todo en solares, proyectos e inmuebles. Por ahora respeta a las personas. Es madrugador y a la vez noctámbulo, duerme poco. Nada más amanecer empieza su ruta, su único afán es mirar algo que pueda malograr.

Su paseo empieza por poniente. Con cierta nostalgia mira hacia el Castillo de San Sebastián, se gira y contempla la ruina de la señorial Valcárcel y la majestuosidad de la Escuela de Náutica. Con paso lento se dirige hacia el Campo de las Balas, en ese solar sólo suena la adusta munición de proyectos fallidos que no han ido a ninguna parte.

Mira con cierto descaro a los paseantes del Parque Genovés, con su Teatro pasto del abandono. Hacia el Paseo de Santa Bárbara puede contemplar una de últimas maldiciones, pasto de llamas mal intencionadas. Callejea y observa que una franquicia llamada «Se alquila o se vende» se ha apropiado de fincas y locales.

Llega a la Plaza de Sevilla y se vanagloria de sus abominaciones a lo grande. En las Puertas de Tierra se vanagloria de su poder maldito, pasto de hierbas y jaramagos. Desde allí ve solares baldíos de miles de metros, en una ciudad que carece de suelo. Ni hospital, ni ciudad de la justicia, ni vivienda social, ni pabellones deportivos, ni zonas verdes, ni proyecto de futuro.

Su último logro está en el recinto exterior de la Zona Franca. El gran proyecto Incubazul va a sufrir uno de esos retrasos a los que en Cádiz estamos tan acostumbrados. ¡Por favor! Si alguien consigue hablar con el tuerto, que le diga, que se vaya de la ciudad por una temporada. ¡Merecemos un descanso del mal de ojo!