La influencia de Urtain en Burgos, un ídolo en declive

La noticia titulada La huella burgalesa de Urtain, un ídolo caído revela la impactante historia de uno de los personajes más emblemáticos y controvertidos del mundo del boxeo. Conocido por su fuerza y carisma, Urtain dejó una profunda huella en la ciudad de Burgos, donde su legado ha perdurado a pesar del paso del tiempo. Sin embargo, esta figura que alguna vez fue idolatrada por muchos, hoy se presenta como un ídolo caído, marcado por la tragedia y la polémica. A través de esta noticia, se desentrañan los aspectos menos conocidos de la vida de Urtain, mostrando una faceta más humana y vulnerable de quien alguna vez fue un símbolo de fortaleza y determinación en el cuadrilátero.

**El trágico final de Urtain, un ídolo caído en Burgos**

Urtain cayó muchas veces en su vida: sobre la lona de un ring, al pozo de la bancarrota, al fondo abismal de sí mismo. Su última caída fue al vacío, aunque diez pisos más abajo se hallaba el suelo. Incluso en aquel trágico final demostró el boxeador vasco ser una fuerza de la naturaleza: el brutal impacto apenas alteró el corpachón del Morrosko de Cestona, el ídolo deportivo de varias generaciones, el chavalote sencillo y hecho a sí mismo que había llegado a alcanzar fama y gloria, el púgil del que se había escrito que no sabía capear temporales, sino desencadenarlos cuando se ponía los guantes y subía al cuadrilátero.

El día que se precipitó a una muerte segura acechado por las deudas, desesperado, deprimido y solo, entre las escasas pertenencias que le encontraron había una pequeña fotografía de carné. Posiblemente la última que se había hecho sólo unos pocos años antes, cuando se sentó en el estudio del fotógrafo burgalés Ángel Herraiz; entonces, mediados de la década de los 80, la vida aún le sonreía aunque ya no se calzara guantes y se ganara la vida como machaca y relaciones públicas de la discoteca Pentágono de Burgos, ciudad en la vivió cerca de cuatro años, donde encontró sosiego y felicidad.

Ovidio Campo, con quien la leyenda del boxeo compartió amistad y trabajo, conserva como un tesoro una fotografía dedicada de su gigantesco puño y delicada letra. Del cariño y la admiración que siempre sintió este expresidente burgalés por el púgil guipuzcoano habla a las claras que esa imagen esté enmarcada. La observa Ovidio con ternura, sonriendo, evocando los años que compartió con aquel hombretón, a quien conoció primero como cliente de su cervecería -aquel establecimiento mítico que se llamaba Chenel, en el arranque de la Avenida del Cid- y poco después como compañero, cuando a Campo le fichó Pentágono para ejercer como relaciones públicas. «Urtain era todo humanidad, una bellísima persona. Un cacho de pan. Era sencillo, bonachón.», dice sin dudar.

De José Manuel Ibar acaba de publicarse una de sus más completas biografías: Urtain. Retrato de una época (Editorial Pepitas de Calabaza). En ella, su autor, Felipe de Luis Manero, recrea la vida y la muerte de aquel boxeador que fue un auténtico ídolo de masas en los años finales de la dictadura; un héroe popular en el que la gente del común depositó la esperanza de, por una vez, ganar algo. Y, más allá de contar la historia trágica del inesperado camino de Urtain a las alturas, de sus peripecias -con sus claroscuros- y de su posterior e irremediable caída en desgracia, el autor traza un sugerente retrato de aquella España. Y Burgos se cruzó en la vida del púgil, y éste en la vida de la Cabeza de Castilla.

Fernando González, del Mesón Burgos, fue amigo íntimo del púgil. Las paredes de este templo gastronómico capitalino dan fe de ello: hay hasta tres instantáneas que puede ver todo el mundo. En una salen Fernando y su padre, Salvador, que había sido boxeador, entre Urtain y Pepe Legrá; en otra, sale la familia del primero con la familia de Alfredo Evangelista, púgil uruguayo-español que visitó a la familia de José Manuel durante sus años en Burgos. Hay una tercera en la que el Morrosko aparece solo, reconcentrado, en un primer plano en blanco y negro. Fernando contextualiza el momento. «Fue en Pentágono, el día que José María García hizo su programa en directo cuando pasó la Vuelta Ciclista a España por aquí. José Manuel anunció que quería volver a boxear y Butano le puso pingando, le dijo que incluso le denunciaría. Fue una estrategia comercial para que se oyera el nombre de Pentágono por toda España», recuerda el hostelero, quien sólo tiene palabras de cariño y admiración por quien fue su amigo, al que define con certeza: «Sólo fue malo para él mismo. Para los demás, un fenómeno: abierto a todo el mundo, amigo de sus amigos; siempre el primero en echar una mano. Buena gente. Lo tuvo todo. Pero también mala suerte. Se sintió engañado por casi todos. Le manipularon siempre: cuando boxeaba y después. Pero cuando estuvo en Burgos no hizo más que amigos por todos los lados».

*(El reportaje completo y más fotografías, en la edición impresa de este domingo de Diario de Burgos)*

Natalia Vega

Hola, soy Natalia, redactora jefe de El Informacional, un periódico independiente de actualidad nacional en español. Mi pasión por la escritura y la información me llevó a especializarme en periodismo, y me siento afortunada de poder compartir noticias relevantes y veraces con nuestra audiencia cada día. Mi experiencia en el campo me ha permitido desarrollar un estilo único y conciso al redactar artículos que informan, educan y generan debate. En El Informacional, nos esforzamos por mantener altos estándares de objetividad y calidad en cada noticia que publicamos, con el objetivo de ser una fuente confiable para nuestros lectores. Estoy comprometida con mi trabajo y con la misión de ofrecer información de calidad a todos aquellos que nos siguen, contribuyendo así al fortalecimiento de la democracia y el acceso a la información veraz. ¡Gracias por seguirnos en El Informacional!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir