La luminosidad de Cádiz

La ciudad de Cádiz ha sido reconocida por su deslumbrante luminosidad, que la distingue como un destino turístico único en España. Este fenómeno natural, que resalta los colores vibrantes de sus edificaciones y la belleza de sus playas, ha capturado la atención de visitantes y fotógrafos de todo el mundo. La luz especial que baña esta ciudad costera ha sido motivo de inspiración para artistas y escritores a lo largo de la historia, convirtiéndola en un escenario mágico y lleno de encanto. Además, esta luminosidad excepcional ha sido objeto de estudio por parte de expertos en climatología y geografía, quienes han confirmado que Cádiz posee una luz única que la hace brillar con intensidad en cualquier época del año.

La luz de Cádiz: un resplandor que encandila a artistas y creadores

La luz de Cádiz: un resplandor que encandila a artistas y creadores

Parece que fue Lacroix, el de la Libertad guiando al pueblo con el pecho fuera de Rigoberta Bandini, el que se quedó totalmente deslumbrado por la luz de Cádiz en 1863. Venía, como todos, a descubrir un orientalismo andaluz tan exótico como atrasado, y se marchó de nuestra ciudad con una carpeta llena de acuarelas celestes tamizadas por el asombro de lo inesperado. Fue de los primeros en pintar nuestros cielos, que ya habían sido contados y cantados por muchos antes que él; desde Estrabón -ya lo sabe- que descubrió y describió Cádiz sin haberla visitado.

También usted podría describir nuestra ciudad con los ojos cerrados, cegados por esta luz de primavera que nos regala los atardeceres más bonitos del planeta -suena manoseado, pero me encanta- capaces de ganarle la partida a las calimas, las borrascas, las lluvias de sangre, y las lenguas de polvo sahariano que, últimamente, no dejan de visitarnos, incapaces de empañar la luz que irradia Cádiz.

Ya lo dijo el Rey Felipe el pasado miércoles, «la luz de Cádiz alumbra el camino de nuestros artistas y creadores» en la ceremonia de entrega de las Medallas al Mérito de las Bellas Artes que, por segunda vez, acogía nuestra ciudad y que ha vuelto a situarnos en la hoja de ruta -suena manoseado, pero también me encanta- de la política nacional.

A la gente le gusta Cádiz, para qué vamos a engañarnos; Rosa Montero se deshacía en halagos de la vista que tenía desde la habitación del hotel en el que la habían alojado, algo que también destacaban Karra Elejalde -que nos echó más edad, mucha más, de la que tenemos, doce mil años nos echó encima y se quedó tan fresco- «el hotel está muy bien, y las copas también», y Santiago Auserón -el Juan Perro de cuando era joven y nosotros aún más que él- filósofo de la «academia nocturna», hechizado por el Poniente y con el ansia de volver a ver «la luz de Cádiz».

En fin, será la luz de la ciudad que a todo el mundo le sube el ánimo. También al Rey, que ha sido el único en acordarse de que hace un año nuestra ciudad acogió la celebración in extremis del IX Congreso Internacional de la Lengua Española, algo de lo que se quejaba pública y amargamente la anterior concejala de Cultura, una de las artífices de que la cita académica -y bastante elitista, por cierto- hubiese dado con sus huesos en nuestra ciudad.

No entiendo yo mucho -ni mucho, ni poco- que hubiera que recordarlo; al fin y al cabo, de aquellos días azules solo nos quedó el recuerdo de nuestras palabras al viento, como ofrenda a lo que un día fuimos, o dicen que fuimos, que ya no estoy tan segura de eso.

Tampoco recordamos otros congresos internacionales celebrados en Cádiz, otras citas de mayor envergadura; ni siquiera nos acordábamos de que en 2002 nuestra ciudad también fue la sede elegida para la entrega de estas Medallas al Mérito de las Bellas Artes, y eso que en aquella ocasión nuestra Tía Norica fue reconocida con una de ellas y como marca identitaria e inconfundible de nuestra cultura.

La memoria, qué quiere que le diga, que de frágil que la tenemos, se nos va rompiendo en mil pedazos azotada por las olas de los vaivenes políticos. Y es por eso por lo que hoy quería hablarle de algo que no tiene nada que ver con esto. Ni con el Rey, ni con la patria, ni siquiera con ese dios que nos ha llenado los pantanos cobrándose en prenda una Semana Santa sin pasos como no recordaba nuestra olvidadiza memoria.

Yo quería hablarle, solo, de la luz de Cádiz. De la que no vemos, claro, de la que no somos capaces de ver, porque nadie nos ha graduado la vista para que podamos recorrer sin tropezar los senderos tan luminosos que atraviesan nuestra ciudad. Que sí, que de Despeñaperros para arriba ya saben que somos gente maravillosa -en breve, Toñi Moreno nos traerá un ramo de flores y todo- pero a nosotros todavía nos escuecen las cicatrices del maltrato que llevamos padeciendo por parte de las administraciones públicas.

Que dice el ministro Ernest Urtasun que comparte su «asombro y fascinación» por nuestra ciudad, que dice el presidente Juanma Moreno que «es difícil encontrar un anfitrión mejor que Cádiz para cualquier cosa», que dice el alcalde Bruno García que «si amáis la cultura, Cádiz también es vuestra» … pues muy bien, porque no solo de pan vive el hombre, ni la mujer.

Pero esta ciudad, que se levanta cada mañana sabiendo que empieza la partida con las cartas marcadas, merece mucho más que palabras. Todo lo que se esperaba de nosotros lo hicimos, y lo hicimos bien. Nuestra historia -para bien o para mal- nos avala.

Y aunque parezca ombliguismo, de vez en cuando hay que sacar pecho y recordar que todo lo que ha pasado, ha pasado por Cádiz. Que no somos solo un parque temático para que los visitantes se queden fascinados ni un atrezo para que las altas instancias vengan a aliviar sus vientres.

Que somos pocos, vale, pero que seguimos siendo. Y que estamos ya un poco hartos de las migajas y de las mijitas de un freidor que no tienen ni el talento ni la sabiduría de nuestro Quiñones.

Fíjese bien, Cádiz sigue brillando por mucho que quieran apagarnos la luz.

José Manuel Cruz

Soy José Manuel, redactor de la página web El Informacional, un periódico independiente de actualidad nacional en Español. Mi pasión es informar a nuestros lectores de manera precisa y objetiva sobre los acontecimientos más relevantes de nuestro país. Con más de 10 años de experiencia en el periodismo, me esfuerzo por brindar un enfoque imparcial en cada artículo que escribo. Mi compromiso es mantener la calidad y la veracidad de la información que compartimos, para que nuestros lectores estén bien informados en todo momento. ¡Gracias por seguirnos en El Informacional!

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