La transformación de la defensa de Daniel Sancho ha sido notoria en el transcurso del proceso legal, pasando de alegar un brote psicótico como causa de sus acciones a argumentar un homicidio imprudente debido a su salud mental. Este cambio de estrategia judicial ha sorprendido a muchos, generando un intenso debate en torno a la responsabilidad penal en casos donde la salud mental del acusado juega un papel crucial. Las circunstancias que rodean este caso han puesto de manifiesto la complejidad de abordar la relación entre trastornos mentales y conductas delictivas, desencadenando reflexiones sobre la necesidad de una justicia más inclusiva y sensible a las diversas realidades que enfrentan las personas con problemas de salud mental.
La verdadera cara de Daniel Sancho: ¿psicótico o homicida imprudente?
Las apariencias engañan. Las imágenes de Daniel Sancho durante la recreación del crimen, con las gafas de sol colgando y un bañador colorido, dieron pie a incontables conjeturas sobre su personalidad. Permanecía su semblante impasible, frío al indicar cómo limpió el cuerpo de la víctima, estático al señalar dónde situó las bolsas con sus restos. Sin atisbo de pena, ni asomo de arrepentimiento. Un vídeo que rozó lo esperpéntico si se agrega, además, el frenesí de agentes en revoloteo por la habitación donde habrían ocurrido los hechos.
El enigma de la defensa de Daniel Sancho: salud mental en juego
De su comportamiento y de las declaraciones de parte de su entorno, sin embargo, sí pueden estimarse consideraciones. Se trataría de un chico de personalidad narcisista y tintes psicopáticos. Para cometer un crimen de este calibre se precisa de una desconexión de empatía, típica en quienes presentan trastorno narcisista o psicopatía. La salud mental de Daniel Sancho se convirtió en peón del juego de contrataque judicial, y la estrategia de la defensa viró en direccionalidad.
Daniel Sancho: del brote psicótico al homicidio imprudente, un caso complejo
Al inicio se mencionó el brote psicótico. Aunque la palabra brote pueda sugerir cierta precipitación, lo cierto es que sus efectos pueden dilatarse en el tiempo, hasta alcanzar el mes de duración. Durante su aparición, la persona afectada pierde el control de la realidad. Se suceden delirios, alucinaciones, pensamientos intrusivos, conducta extravagante o un deterioro cognitivo. El estrés, la herencia genética, las drogas o un hecho traumático suelen ser las razones para desencadenarlo.
Deja una respuesta