En el corazón del bosque, donde la naturaleza se muestra en todo su esplendor, se encuentra un lugar sagrado que ha sido testigo de la devoción de los fieles durante siglos. Un lugar donde la espiritualidad y la conexión con la naturaleza se unen en una experiencia única y emocionante. La Virgen, objeto de la devoción de los peregrinos, es la protagonista de esta historia, que nos lleva a un entorno prístino, donde el ruido y el estrés de la vida cotidiana se desvanecen, y solo queda el silencio y la paz. En este lugar sagrado, la fe y la naturaleza se entrelazan de manera indisoluble, creando un ambiente que inspira la reflexión y la contemplación.
Un santuario en el corazón del bosque: la devoción a la Virgen de Fátima en un entorno prístino
En el corazón del bosque, en el alto del Camino de la Nava, se encuentra un santuario natural que es un verdadero tesoro escondido. Un lugar sagrado que ha sido creado con amor y devoción por el sacerdote Miguel López, quien ha querido honrar a la Virgen de Fátima en la celebración de su centenario.
Un lugar de fe y tranquilidad, rodeado de encinas centenarias, donde el tiempo parece detenerse. Un lugar donde la naturaleza y la espiritualidad se unen para crear un ambiente de paz y reflexión.
La devoción de Miguel López
Miguel López, un hombre de fe y devoción, ha dedicado su vida a servir a su comunidad religiosa y ayudar a las personas en momentos de necesidad o aflicción. Ingresó en el seminario y se preparó como sacerdote, pasando por varios pueblos de la comarca y dejando una huella imborrable en cada lugar.
El santuario natural
El lugar, como lo denomina Miguel, atrae a fieles desde hace un tiempo y el 11 de mayo el Ayuntamiento ha organizado una romería en la que no faltarán caballos con motivo de la celebración de la Feria de Abril. Ascender hasta el alto no requiere conocimientos de montañismo, solo ganas de disfrutar de una atalaya privilegiada desde la que contemplar los Montes Obarenes, el Valle de Caderechas o la montaña de la Rioja Alavesa en su más pura esencia.
Un espacio sagrado
Una enorme piedra en la que se puede leer Tenemos madre. Los Barrios te suplica, oh Virgen de la Nava, que guardes nuestros campos y salves nuestras almas da acceso al espacio 'sagrado' a través de unas escaleras con su barandilla construidas por el propio religioso. Un lugar donde se puede rezar, reflexionar y conectar con la naturaleza.
La fuente y el altar dedicado a la Virgen de Fátima
La segunda parada rinde honor a la Virgen en una fuente. En el mismo entorno se han instalado bancos y unas piedras en las que solo aquellos que derrochen imaginación -y fe- percibirán la cabeza del Cristo doliente, su corazón y las piernas. Escalinatas arriba y a mano derecha, el altar dedicado a la Virgen de Fátima no pasa desapercibido.
Un mirador natural
La senda continúa hasta alcanzar el punto más elevado, en el que tanto Miguel como Javi, uno de los voluntarios comprometidos, quieren habilitarlo como mirador y colocar un panel informativo para localizar las montañas y los pueblos. Justo ahí, a pocos metros, se alza la imponente Cruz de Caravaca fabricada con madera por ellos mismos.
Un lugar de paz y devoción, donde la naturaleza y la espiritualidad se unen para crear un ambiente de paz y reflexión. Un lugar que invita a la contemplación y la conexión con la naturaleza y con uno mismo.
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