La noticia Los verdaderos motivos de tus problemas de sueño revela datos impactantes sobre la calidad del descanso que muchas personas experimentan a diario. En un mundo cada vez más acelerado y lleno de responsabilidades, la falta de sueño se ha convertido en un problema de salud pública que afecta a millones de individuos. A través de rigurosos estudios científicos, se han identificado factores clave que influyen directamente en la incapacidad de conciliar un sueño reparador, como el estrés crónico, la exposición a pantallas antes de dormir, y los horarios irregulares de descanso. Estos elementos disruptivos pueden tener consecuencias graves en la salud física y mental de las personas, subrayando la importancia de abordar de manera integral este fenómeno que impacta a la sociedad en su conjunto.
El impacto de las fluctuaciones hormonales en las mujeres de 50 años en el sueño
Los problemas de conciliación y mantenimiento del sueño en España son cada vez más frecuentes. Se estima que aproximadamente un 48% de la población española tiene este problema y hasta un 32% se despierta con la sensación de no haber tenido un descanso reparador. El perfil más claro de paciente con este tipo de dificultades suelen ser las mujeres en torno a los 50 años debido, entre otros, a “fluctuaciones hormonales durante el ciclo menstrual junto con los síntomas propios de la menopausia y el estrés”, explica el psicólogo y somnólogo y Jefe de la Unidad de Sueño de Olympia del grupo Quirónsalud, el Dr. Francesc Segarra Isern.
Comúnmente se relacionan estos problemas al insomnio, aunque afirma el experto que “el síndrome de apnea del sueño es cada vez más prevalente y poco diagnosticado” y que otras afecciones como las alteraciones del ritmo circadiano o el síndrome de las piernas inquietas también están vinculados frecuentemente a la baja calidad del sueño.
La principal causa para no poder dormir es el estrés emocional que, junto con una pobre higiene del sueño y unos hábitos y rutinas inadecuados, cronifican el insomnio. Los trastornos de ansiedad y depresivos y, en menor medida, otras enfermedades que cursan con dolor o el hipertiroidismo pueden ser los desencadenantes de un mal descanso.
El agotamiento, el mal humor, la falta de memoria o las dificultades de concentración son efectos a corto plazo de dormir poco. A largo plazo, provoca ansiedad, depresión, diabetes, sobrepeso, abuso de sustancias e incluso se considera un factor de riesgo para enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer.
Dormir correctamente “promueve la memoria y el aprendizaje, permite limpiar los residuos de nuestra actividad neuronal y promueve la salud de nuestro cerebro”, afirma el especialista. Asimismo, también mejora nuestro sistema inmune eliminando virus y bacterias, recicla viejas células y mantiene los niveles de energía de nuestro organismo.
Factores que afectan la calidad del sueño de las mujeres maduras en España
Los parámetros para definir un sueño de calidad son la duración del sueño, su profundidad, la eficiencia (relación entre el tiempo en cama y tiempo total de sueño), la regularidad de nuestro ritmo circadiano de sueño-vigilia, nuestra capacidad de alerta durante la vigilia, así como del grado de satisfacción subjetivo que tenemos con él: “La presencia de una disparidad con la normalidad en estos parámetros que miden nuestro sueño puede indicar que no disponemos de un sueño lo suficientemente reparador”, detalla el doctor.
Las enfermedades relacionadas con un sueño de baja calidad son la obesidad, la diabetes, un aumento de la susceptibilidad a contraer infecciones y las enfermedades coronarias que aumentan el riesgo de accidentes de tipo cardiovascular y cerebrovascular.
Para descansar bien, los somníferos no son el remedio para conseguir un buen descanso. Es primordial averiguar el problema que lo ocasiona y consultar con expertos en medicina del sueño. Sin embargo, tener buenos hábitos para dormir como una dieta sana sin tóxicos y hacer ejercicio a horas recomendables, nos acerca a este objetivo.
Controlar en la medida de lo posible los factores sociales (estrés o hábitos saludables) y los ambientales (luz, temperatura, ruido y calidad del aire) son las principales recomendaciones para alcanzar un descanso óptimo.
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